Hola a tod@s:
¡Qué
interesante este debate sobre el desarrollo de la competencia existencial en el
aula le L2!
Vuelvo a
intervenir en este foro, porque para llegar a unas conclusiones más
conscientes, he leído vuestras aportaciones y también he “dado un paseo” por
los debates de los otros grupos: os lo aconsejo vivamente si todavía no lo
habéis hecho. Allì he encontrado muchas ideas super-interesantes: me he quedado
con algunas. Quiero dar las gracias a todos mis compañer@s por haberme ayudado
a reflexionar en estos temas tan apasionantes.
Quiero agradecer especialmente a Andrea Arroyo
García del grupo 1. Creo que la mayoría de nosotros está de acuerdo
con ella en reconocer que “el conocimiento de la competencia existencial nos
ayuda a los docentes a ayudar a nuestros alumnos a que aprendan una lengua de
un modo mas satisfactorio.” De esta
forma, los docentes podemos anticiparnos a muchos de los problemas que suelen
darse en las aulas de L2. Conocer las características personales de nuestros alumnos,
sus motivaciones, sus carencias, sus características de aprendizaje, etc... nos
proporciona una parte de las informaciones necesarias para plantear nuestra
labor de enseñanza, elegir los recursos y las actividades comunicativas más
adecuados de acuerdo con las características de nuestros alumnos. Andrea nos aporta su experiencia personal: “no
es posible llevar a cabo en muchas ocasiones la misma actividad comunicativa
con dos grupos de alumnos de la misma edad y del mismo colegio. Las
características individuales de los alumnos que conforman cada grupo juegan un
papel esencial a la hora de realizar en clase una actividad comunicativa
determinada. Por este motivo, insisto en que conocer la competencia existencial
nos ayuda a saber qué tipo de alumnos tenemos, qué necesidades tienen, qué
podemos realizar con ellos y qué no, y todo ésto nos facilita que proceso de
enseñanza-aprendizaje sea más satisfactorio para todos.”
No faltan,
sin embargo opiniones que ponen más énfasis en las dificultades de este enfoque
y que lo veen practicamente imposible de llevar a las aulas. Son opiniones que
tienen que hacernos reflexionar muchísimo, porque nadie dice que eso sea
sencillo. Por ejemplo, Vanesa Martín
Saura, creo que del grupo tres, llega a afirmar que “el
desarrollo de la competencia existencial excede el conocimiento
profesional del profesor, y que, más allá de tener mejor o peor
predisposición a la hora de entablar relaciones con nuestros alumnos, nuestra
misión en el aula es la realizar nuestro trabajo de la mejor manera posible,
haciendo uso de aquellas herramientas y dinámicas que mejor encajen con el
grupo de alumnos concreto con el que trabajaremos y llevando a cabo ejercicios y
actividades que favorezcan el correcto desarrollo de los estudiantes y la
obtención de las metas estipuladas.” Según algunos compañeros de curso la
idea de personalizar las experiencias educativas de un grupo llegando a
profundizar en las competencias existenciales de cada uno resulta algo utópica.
Creo que a nadie de nosotros nos escapa la dificultad de poner en práctica esta
nueva metodología y más de uno podemos pensar que hay situaciones y
situaciones: situaciones en las que es posible trabajar de esta forma y otras en
las que no.
¿Cómo
superar estas dificultades? Realmente creo que no existe una fórmula mágica.
Sin embargo, se está haciendo mucho en este sentido. Quiero recordar al
respecto la experiencia de otra compañera que me ha parecido iluminadora y que
podría exportarse a muchos centros públicos y privados, y que pone el acento
una vez más en el papel del alumno. María
Asunción Díez Esteban nos cuenta que: “hace unos meses trabajé dando
clases a una mujer italiana de unos 35 años que se acababa de incorporar a su
puesto de trabajo en una empresa española. La primera toma de contacto que tuve
con ella, es decir, en nuestra primera clase, le realicé una entrevista de tipo
personal (en la academia para la que trabajaba se titulaba "training needs
analysis"). En esta "entrevista" le hice preguntas del tipo...
¿por qué necesitas aprender el español? había varias opciones...para escribir
correos electrónicos, para hablar por teléfono con clientes, para situaciones
sociales, etc. ¿En qué competencias lingüísticas te gustaría desarrollarte más?
También le pregunté por su vida personal, sus hobbies e intereses personales y
finalmente por los objetivos que ella tenía a la hora de aprender español. El
término final de esa primera toma de contacto era para que juntas pusiéramos
en común los objetivos propios con los del nivel en el que estaba y
decidiéramos de mutuo acuerdo cuáles deseaba alcanzar. A medida que se
desarrollaban la clases, siempre le pedía su opinión y ella me decía qué tipo
de ejercicios le gustaban más, o cómo le resultaba más fácil aprender, de tal
manera que yo intentaba adaptar los contenidos curriculares a sus preferencias,
la verdad que para mí fue una experiencia enriquecedora. “
Puede ser
cierto que este tipo de estrategias son más fáciles de llevar a cabo en clases
particulares o en aulas con pocos estudiantes que permiten una relación más
cercana, y menos en un aula de 30 alumnos de un instituto. Pero quizás bastaría
que nuestros planes de estudio contemplaran el tiempo necesario para poner en
práctica dinámicas parecidas a las anteriormente descritas y que sobre todo se
institucionalizar procesos que en muchos casos depende de cada docente.
Estoy
convencida que este cambio es absolutamente necesario para completar la
revolución que ya ha acontecido en el mundo educativo, el desplazamiento del
papel del docente y la asunción de un papel central y activo por parte del
alumno. ¿Cómo puede el alumno sentirse realmente motivado si no se siente
participe en todo momento, desde el primer día, de su proceso de aprendizaje?
¿Utopia? No se hasta que punto. Naturalmente yo solo puedo hablar de mi
personal experiencia. Otras compañeras nos relatan situaciones realmentes
difíciles y duras para cualquier docente. Mis alumnos son normalmente Erasmus.
Deberían estar interesados en aprender el idioma con el cual deberán
desenvolverse, sin embargo muchas veces vienen a clase solo por obligación
(hacer el curso es indispensable para la beca). Además, a menudo no están
acostumbrados a sentirse protagonistas del proceso de aprendizaje. Inicilmente
me miran con mucho respeto y esperan de mí que les de lo que quieren, que les
trasmita todos mis conocimientos de italiano. Tardo unos días con los más
tradicionales para que entiendan que las cosas no funcionan así, que todo
depende de ellos y que yo solo puedo facilitarles dinámicas, información, pero
que el trabajo de aprender es de ellos. Creo que al final los que vienen a
clases no tienen otra que participar en las actividades que ellos mismos han
contribuido a elegir conmigo.
Esta intervención en el foro me dejó sencillamente pasmada. Me encantó que fueras a leer los mensajes de tus compañeros de otros foros. Quén bien, querida.
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