Quiero expresar mi opinión acerca
de la lectura obligatoria “El portafolio del profesor como instrumento de
auto-formación”. Me uno a mis compañeros en felicitar a Fuensanta por la
elección de esta lectura como también de la que teníamos a conclusión del
Módulo 1. He disfrutado mucho, porque he aprendido mucho y he encontrado en
dichas lecturas las respuestas a la mayoría de interrogantes que tenía.
En efecto, el autor consigue combinar teoría y práctica del portafolio.
Por un lado, nos explica que la idea del portafolio no
salió de la nada, sino que tiene una sólida base teórica en la visión
constructivista del aprendizaje, en los estudios sobre creencias, en la teoría
de la práctica reflexiva, en la escritura formativa, en la investigación en la
acción, en el currículo oculto.
Por otro lado, nos proporciona una serie de pautas
prácticas sobre cómo hacer un portafolio. Aunque no hay una única manera, el
autor identifica al menos dos elementos esenciales: 1. Muestras o evidencias de
enseñanza- aprendizaje; 2. Una reflexión sobre lo que dicha muestra supone para
el profesor. Otros dos elementos son opcionales: un apartado introductorio que
consiste en una presentación inicial o punto de partida; uno final, para contar
las metas alcanzadas y las nuevas propuestas. Me ha llamado la atención el
hecho de que esta estructura es dinámica, es capaz de adaptarse a los cambios
del docente y al mismo tiempo de animarlo hacia un continuo cambio. El apartado
final constituye realmente un nuevo punto de partida.
Luego, el autor nos ofrece algunos ejemplos de muestras o evidencias que se
pueden incluir en un portafolio y las correspondientes reflexiones.
Ciertamente, no es fácil seleccionar tales muestras si no se tiene claro el
objetivo por el cual se está escribiendo un portfolio. Es diferente considerar
el portfolio como un curriculum vitae, es decir, un instrumento para evaluar al
docente, o como un conjunto de premisas sobre la enseñanza-aprendizaje o como
la oportunidad de reflexionar acerca de la práctica docente de uno mismo, para
ver cómo ha ido cambiando y por qué.
Dicho en otras palabras, el portfolio no
debe solamente reflejar los aspectos positivos, nuestros logros, sino que debe
servir como instrumento de auto-crítica, para elaborar propuestas de cambio. Me
ha encantado la concreción con la que Sandra ha enumerado las
"acciones" que se llevan a cabo por medio de la elaboración del
portfolio: “Reflejar la evaluación de un proceso de aprendizaje, estimular la
experimentación, potenciar el dialogo acerca de los problemas y los logros,
reflejar el punto de vista personal, focalizar la atención en momentos y
problemas claves y estimular la reflexión e investigación.”
Concluyo diciendo que, si bien es cierto que uno de los mayores obstáculos
es el tiempo que requiere gestionar un portafolio “en condiciones”, leyendo
este artículo, me he sentido muy motivada. Este curso me ha enseñado cómo esas
intuiciones que todos los docentes tenemos sobre nuestras habilidades y nuestra
carencias y sobre cómo mejorar nuestras capacidades se pueden trabajar de una
forma más consciente. El portfolio puede ser el instrumento más adecuado para
ello: adaptado a nuestras circunstancias concretas, nos puede ayudar a satisfacer
muchas de nuestras necesidades, a mantener nuestra motivación con el pasar de
los años y a mejorar como profesionales de la enseñanza.
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